Haciendo repaso a las principales noticias de la prensa económica me he encontrado con un artículo que hacía referencia al creciente interés de las empresas españolas por internacionalizarse, diversificar y adquirir empresas en el exterior. Esta afirmación se respalda en un dato incuestionable: 19 mil millones de dólares invertidos en la compra de empresas extranjeras el pasado año (más del doble que en 2018). Y desde la micro, observando nuestra actual cartera de clientes se ha producido un incremento de mandatos de adquisición cross border desde los últimos meses
Y es que son muchas las empresas españolas que han apostado por expandir el negocio fuera de nuestras fronteras en el pasado ejercicio tal y como lo refleja el informe Ivestment Banking España 2019 elaborado por Refinitiv. Este comportamiento es lógico en cualquier ciclo económico pero ahora se ve incrementado por el contexto político y económico actual. Por mucho que se esfuerce una empresa en comunicarse con su mercado interno y clientes potenciales, si se ha instalado la incertidumbre, difícilmente habrá respuesta positiva. La economía española está a la expectativa. En consecuencia, las empresas, independientemente del tamaño y la capacidad financiera que posean, se plantean seriamente salir y acceder a otros mercados.
Aunque las grandes ya lo han hecho y se consolidan en otros países, hay una tendencia generalizada en las pymes españolas que contempla la transnacionalidad como vía de escape y de crecimiento. Para ellas es un proceso complicado porque implica no solo entender otros idiomas sino también otras culturas y mercados diferentes. Y además es un proceso marginal porque para muchos la exportación no es otra cosa que vender a otros países lo que no se compra aquí. Asimismo, en muchos casos se piensa que la internacionalización conlleva unos gastos de tal magnitud que resulta inviable para una empresa sin potencia financiera. Nada más lejos de la realidad actual.
Hace algún tiempo, una empresa española de gran tamaño rechazó gastarse unos miles de euros en estudiar, con expertos locales, la penetración y canalización de sus productos en el mercado estadounidense cuando era su principale target. En cambio, decidió destinar varios millones para una promoción comercial en Huelva. Actualmente, esa empresa ya no tiene delegación en Andalucía y sus activos han sido adquiridos a la baja por un competidor norteamericano.
Así, pequeñas compañías con un buen conocimiento de otros mercados y con buenos productos o servicios, están colocándose en ellos y ganando una cuota de los mismos. Los mecanismos e instrumentos para hacerlo son muy variados y están al alcance de casi cualquier capacidad financiera. Desde acuerdos comerciales, tecnológicos, logísticos, joint ventures hasta fusiones o adquisiciones, pueden ser recursos válidos para ir consiguiendo esa presencia en mercados exteriores que se encuentren en mejor situación que el nuestro para participar en la fabricación o en la venta de nuestros productos. Los empresarios y gestores españoles no son peores que sus competidores extranjeros. Hagan la prueba, compitan en esos mercados y se sorprenderán gratamente. El problema del tamaño pequeño se resuelve creciendo e integrando a otros operadores.
Si nuestro mercado nacional ya no responde a nuestras llamadas como antes, quizá valga la pena dejar de lamentarse y destinar los esfuerzos a otros mercados más vivos y activos.
